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Asociación de Inspectoras e Inspectores para una nueva educación

Inspección e innovación, ¿un reto imposible?

6 mayo 2019 por Silvia Martínez

Inspección e innovación, ¿un reto imposible?

Abstract:

Este artículo está organizado en dos apartados básicamente. En el primero se intentan plantear algunos cambios sociales que implican retos en el actual sistema educativo, además de analizar las dificultades y resistencias que se pueden encontrar en la introducción de mejoras en los centros. En segundo lugar se analizará una experiencia práctica de la Inspección que tiene como finalidad la implicación del profesorado en el establecimiento de objetivos de mejora que favorezcan prácticas innovadoras de éxito.

Un nuevo panorama social que implica un nuevo panorama educativo

Actualmente vivimos inmersos en una serie de cambios en nuestro panorama social, que ineludiblemente están condicionando nuevos planteamiento en el sistema educativo. En este sentido nos encontramos con distintos aspectos que en los que debemos pensar ya que serán los nuevos retos que se deban abordar en la mejora de la educación.

Según publicaba en la periódico digital “El economista” el 10 de abril de 2014: ”El 75% de las profesiones del futuro aún no existen o se están creando, la mayoría de ellas dentro del ámbito de las tecnologías de la información”.

En este mismo sentido, el 10 de abril de 2017 se publicaba en el diario “Abc” un artículo dedicado a las 10 profesiones que aún no existen pero que marcarán el mercado laboral.

Por otra parte vemos cómo la esperanza de vida cada vez es mayor y cómo se nos van anunciando teorías sobre la posible llegada de la inmortalidad. Así el confidencial.com publicaba el 9-02-2014 que según estudios en Sillicon Valley en 20 años podríamos llegar a ser inmortales.

Lo que sí es un hecho es que inmortales o no nuestra vida laboral cada vez será más larga y la necesidad de que nuestros alumnos aprendan varias profesiones a lo largo de su vida puede ser algo real.

Además, debemos tener en cuenta el aumento abrumador del conocimiento generado que se recoge en la Ley de la bibliometría de crecimiento exponencial que es una locución referida a la información científica formulada por Price, J. S., en 1976, el cual notó que el crecimiento de la información científica ocurre a un ritmo muy superior al de otros procesos sociales pudiendo llegar a duplicarse cada 10-15 años. Esto puede ir unido al concepto de sociedad líquida de Buaman que destaca que la modernidad clásica podía caracterizarse como sólida y estable. 
Hoy, por el contrario, la modernidad puede caracterizarse como líquida. Lo líquido da idea de cambio y transitoriedad, frente a lo duradero y persistente nuestro tiempo, es un tiempo líquido.”

Es decir, nos encontramos que la escuela ha de preparar a sus alumnos para una sociedad incierta en la que las profesiones que desempeñarán todavía no existen, cambiante, con una cantidad de conocimiento que no podrá ser capaz de asumir y con una larga vida laboral por delante en la que deberán reciclarse continuamente. Además, de los retos de la convivencia en sociedades multiculturales, la importancia de no perder y mantener los derechos humanos y un sinfín de problemas derivados de sociedades cada vez más complejas y menos predecibles.

Ante este panorama la pregunta que nos hacemos es, ¿está la escuela preparada para formar al ciudadano del futuro? ¿Ante estos cambios qué tipo de ciudadano debemos formar? ¿Es necesario implantar cambios dentro de nuestras prácticas educativas? ¿Es posible introducir fácilmente estos cambios? ¿Es el cambio por el cambio la solución? Vayamos contestando estas preguntas de forma ordenada.

En primer lugar, nos encontramos que muchos autores nos plantean que la escuela sigue con modelo tradicional no adaptado a los tiempos. Peter Senge, director del Centro para el Aprendizaje Organizacional de Massachusets y fundador de la Sociedad para el Aprendizaje Organizaciones y autor de distintas publicaciones sobre cambio y aprendizaje en las organizaciones refiere que: “ El profesor del S. XXI tiene que enseñar lo que no sabe. Los colegios en diferentes partes del mundo continúan replicando un modelo de aprendizaje pasivo, en el que los docentes hablan y los estudiantes permanecen sentados y callados, como si se les estuviese entrenando para trabajar en una fábrica”. (Publicado www.elpais.es 23-01-2017). También encontramos distintos autores diciendo que “Tenemos escuelas del siglo XIX, docentes del XX y alumnos del XXI” (Pozo, Cordero, etc).

Afortunadamente, estas afirmaciones van quedando cada vez más relegadas ya que vivimos en unos tiempos en los que se está planteando la necesidad de una innovación constante en todos los ámbitos de la sociedad, aspecto que se ha trasladado también, como no podía ser de otra forma, al mundo educativo y estamos ante una continua proliferación de pedagogías emergentes.

Sin embargo, en esta proliferación nos encontramos ante dos situaciones a resolver: por una parte tenemos una serie de profesores que todavía se resisten a los cambios y por otra, a un nutrido grupo de profesores con ganas e implicaciones en el cambio buscando una mejor respuesta educativa, pero con incertidumbres sobre cómo realizar estos cambios y abrumados ante las distintas propuestas metodológicas y pedagógicas. Es decir, el sistema educativo va preparándose para ese cambio necesario pero todavía con limitaciones. Estas son básicamente dos desde mi experiencia en la Inspección: por una parte tenemos un sector amplio del profesorado que todavía se resiste a estos cambios, y por otro, que debemos asegurarnos que los cambios que se produzcan realmente sean efectivos.

¿Por qué tenemos todavía un sector amplio del profesorado al que le cuesta cambiar?

Este aspecto ha sido abordado en distintos autores y publicaciones.

Entre los aspectos abordados es de destacar que la profesión docente es la profesión más condicionada por las experiencias previa independientemente de la formación recibida.

Es decir, todo docente ha pasado al menos 13 años de su vida recibiendo clase antes de recibir la formación sobre pedagogía y didáctica. En ninguna otra profesión ocurre esto. Los docentes tienden a reproducir aquello que se ha vivido como estudiante más que aquello que se ha aprendido de forma teórica en la formación profesional docente. Aquello vivido ha quedado grabado en su persona de manera que es casi imposible no reproducirlo. En la Revista Polis en su número 25 del 2010, en un artículo denominado “Los docentes en la sociedad actual: sus creencias y cogniciones pedagógicas respecto al proceso didáctico”, se refiere que : “Los docentes están fuertemente influenciados por sus experiencias previas como estudiantes, su formación profesional, y sus creencias personales sobre la enseñanza efectiva. El sistema de creencias no cambia fácilmente”.

Además, todo ser humano está condicionado por las resistencias al cambio que nos ayudan a situarnos en la zona de confort para ahorrar energía. Según apunta Adriana Méndez en su obra Cambia tu cerebro, “Cuando a los docentes se les presentan un nuevo proyecto educativo, o un cambio de enfoque para, enseguida la mayoría de las personas tienden a efectuar comparaciones entre la información nueva con la que ya tenían. En este proceso se activa la corteza pre-frontal, generando una alta intensidad de energía. A su vez, se activan los ganglios basales, responsables de poner en primer lugar todas aquellas cosas que nos llevaron al éxito en el pasado, es decir, las experiencias previas y no evalúa nuevas alternativas. Esta forma de accionar es una manera natural que tiene nuestro organismo de ahorrar energía, tomando atajos y explica el por qué tendemos a mantenernos en la zona de seguridad o confort, repitiendo viejos patrones que nos fueron útiles en el pasado pero que, quizás, en el presente ya no”. Estas resistencias que son completamente normales son fácilmente vencidas si las alternativas de cambio presentadas son asumibles y el docente las percibe como exitosas y no complicadas en su quehacer diario.

Por otra parte, debemos asegurar que los cambios introducidos en las prácticas pedagógicas y en las metodologías didácticas no responden a modas pasajeras sino que tengan verdadera efectividad científicamente avalada que nos van a llevar a aprendizajes de éxito.

En este sentido es conveniente que las referencias respecto a las prácticas innovadoras a introducir tengan un sólido cuerpo científico que lo avale.

En este aspecto queremos resaltar los estudios de John Hattie, profesor de la Universidad de Auckland, que analizó durante 15 años más de 50000 estudios en los que intervinieron más de 240 millones de estudiantes en todo el mundo con el objetivo de reconocer los factores más importantes que afectan al rendimiento académico de los alumnos. Identificó 150 influencias sobre el aprendizaje (programas, metodologías, técnicas, etc.) y las clasificó según una medida estadística conocida como tamaño del efecto que establece las más efectivas. En este enlace se pueden consultar las variables más exitosas según este autor.

Visto lo anterior está claro que se hace necesario ir introduciendo en las aulas prácticas docentes que consigan un mayor éxito educativo y que estén avaladas científicamente.

Pero ¿cómo introducimos estas prácticas?

En este sentido el Libro Blanco para la reforma docente de José Antonio Marina apuntaba que tanto los Informes McKinsey, como los documentos publicados por la OCDE y por la UE, así como los estudios de Michael Fullan (Universidad de Toronto), Michael Barber y otros especialistas, indican que los docentes y los equipos directivos son los protagonistas de la transformación educativa.

Es decir, se podrán plantear distintas reformas que como los docentes y los equipos directivos no se impliquen va a ser difícil que se consigan los resultados. Es en el profesorado y en los equipos directivos donde está la clave.

Una experiencia práctica: fomentando la innovación en los centros desde la Inspección Educativa

Y ante este panorama ¿qué puede hacer la Inspección? ¿Puede ayudar a que haya una mayor implicación del profesorado y los equipos directivos en el cambio educativo?

En esta segunda parte del artículo se pretende exponer una práctica innovadora dentro de la Inspección, que a la vez pretende promover prácticas docentes innovadoras de calidad en los centros.

La siguiente experiencia se realizó en el curso 2017-2018 y el primer trimestre del curso 2018.
Basándome en una de las funciones de la Inspección recogidos en el artículo 151 de la LOE que refiere como una de ellas el “Supervisar la práctica docente, la función directiva y colaborar en su mejora continua», me planteé ofrecer a los CEIPs de mi zona de adscripción la posibilidad de realizar claustros formativos para finalmente establecer pequeños objetivos de mejora. Los objetivos planteados en esta actuación fueron:

  • Acercar la Inspección a todo el profesorado más allá de los equipos directivos fomentando una visión de ésta como agente de ayuda y respaldo a los docentes en su labor educativa.
  • Fomentar la motivación del profesorado en la introducción de cambios metodológicos que mejoren sus prácticas a partir plantearse pequeños objetivos realizables sin grandes esfuerzos.
    Ayudar a analizar sus carencias formativas con la ayuda de los CEFIRES (Centros de Formación, Innovación y Recursos Educativos).
  • Fomentar el intercambio de experiencias inter e intracentros.
  • Reconocer la labor del profesorado especialmente de aquél que realiza prácticas educativas de éxito.

La secuencia de las actuaciones fue la siguiente:

Mes de septiembre: Reunión de Directores en los que se expuso un power point con tres objetivos principales:

  • Hacerles conscientes de los cambios sociales y de las necesidades de mejorar ciertas prácticas pedagógicas que puedan dar mejor respuesta al tipo de alumnado que va a requerir la sociedad futura (en este apartado se utilizó la información expuesta en este artículo). Plantear posibles prácticas de éxito científicamente demostradas a partir de los estudios de John Hattie y de experiencias de éxito.
  • Mostrarles que prácticamente en todos los centros han iniciado ese cambio y que no empiezan de cero.
  • Plantearles una propuesta de trabajo para favorecer la implicación del profesorado del claustro, consistente en la realización por parte de la Inspección y del asesor del CEFIRE de una reunión con el claustro para fomentar la motivación a introducir pequeños cambios en sus prácticas pedagógicas y pedir al profesorado voluntario una pequeña práctica innovadora para realizar durante el curso.

Durante el primer trimestre: De los 15 CEIPS de la zona de actuación, 11 centros participaron en la experiencia. Se realización 11 claustros por parte de la Inspección acompañados del asesor del CEFIRE de referencia. En estos claustros se expuso el mismo power point y se plantearon como objetivos los siguientes:

  • Sensibilizar sobre la necesidad de cambio.
  • Reconocer el trabajo ya realizado por parte del profesorado: la finalidad era que sintieran el reconocimiento de la Inspección a la labor que deben realizar en una sociedad cada vez más compleja y con menos apoyo social y sentir a la Inspección como un apoyo en esa labor y no como una amenaza. Era importante que todo el profesorado pudiera conocer y tener la referencia de su inspectora.
  • Motivarles a realizar pequeñas prácticas pedagógicas de éxito que no fueran extremadamente costosas para ellos.
  • Motivarles para compartir experiencias dentro de los mismos centros: para ello se propuso la realización de al menos un claustro pedagógico al trimestre donde el profesorado intercambiara experiencias llevadas en sus clases, ya que se ha observado que hay una tendencia del profesorado a trabajar aislado y a no compartir muchas experiencias. Numerosas investigaciones recogen las dificultades del profesorado de compartir experiencias o entrar en otras aulas a observar trabajar a compañeros.
  • Proponerles una participación voluntaria en explicar a la Inspectora su objetivo de mejora para el curso a través de una encuesta de google drive.
  • Analizar junto con el asesor del CEFIRE las necesidades formativas para dar respuesta a estas.

Realización de una encuesta de google drive: como hemos explicado anteriormente se les propuso al profesorado colaborar de forma voluntaria contando a la Inspección a través de una encuesta anónima de google drive, cuál iba a ser su objetivo de mejora, cuáles eran sus necesidades formativas si las tenían y qué les parecía la propuesta de actuación realizada por la Inspección.

Además, se les preguntaba su centro, su edad, años de antigüedad y su especialidad.

131 profesores participaron proponiendo un objetivo de mejora. De estos 131 profesores 69 valoraron la propuesta realizada por la Inspección como muy adecuada, 60 como adecuada, 2 como indiferente y nadie la valoro como no adecuada.

Finalmente, se les preguntó si querían realzar alguna aportación que consideraran oportuna. Se realizaron 50 aportaciones entre las que cabe destacar las siguientes: “me parece muy intereante esta nueva forma de trabajar desde la Inspección, enhorabuena por este nuevo impulso”, “siempre es conveniente ir renovándose y aprendiedo metodologías y formas de trabajo nuevas para introducir en el aula”, “estaría muy bien formar una red de experiencias intercentros para poder conocer y compartir con los maestros y maestras de otros colegios sus propuestas prácticas y trabajos, y que después puedan ponerse en práctica en las aulas del profesorado que esté interesado. Esto se podría poner en práctica a través de jornadas temáticas y por etapas educativas”. “Me parece muy adecuada la propuesta de la inspectora. Es práctico y útil. Ya que el mero hecho de pensar en los objetivos de mejora estas reflexionando sobre tú trabajo y eso en si implica una mejora”.

Visitas a los centros para conocer algunos de los objetivos de mejora: A lo largo del curso 17-18 en las visitas ordinarias a los centros se visitaron algunas aulas a petición del profesorado o del equipo directivo para conocer in situ algunas de estas experiencias.

Realización de jornadas de intercambio de experiencias de buenas prácticas: Finalmente, en colaboración con el CEFIRE en el mes de noviembre del presente curso 2018-2019 se han realizado unas jornadas con dos sesiones de intercambio de experiencias de buenas prácticas. Una de primaria y otra de educación infantil. Estas experiencias fueron elegidas a partir de las visitas de la Inspección, a propuesta de los equipos directivos de los centros y a propuesta del profesorado que quiso participar voluntariamente. Las jornadas fueron organizadas y certificadas por el CEFIRE y la participación fue de más de 200 personas.

Conclusiones

En este artículo se ha intentado exponer una experiencia innovadora de la práctica Inspectora que a la vez tenía como finalidad fomentar la introducción paulatina de buenas prácticas en los centros.

La realización de esta experiencia es la demostración de que es posible un modelo de Inspección que vaya más allá de la simple supervisión educativa y del cumplimiento de las tareas burocráticas.

Los objetivos de esta práctica estaban definidos con el fin de acercar la Inspección a los centros, reforzar las actuaciones del profesorado más implicado, motivar al profesorado en general en su tarea profesional y fomentar la visión de que es posible realizar un cambio progresivo que pueda ser exitoso.

Es conveniente resaltar que ha sido complejo combinar la cantidad de tareas asumidas por la Inspección junto con esta actuación, no definida en los planes de actuación. No obstante, no debemos olvidar que la autonomía profesional de la que gozamos permite que se puedan asumir retos de estas características.

Archivada en: Experiencias Etiquetada con: educación secundaria, experiencias, innovación

Silvia Martínez

Acerca de Silvia Martínez

Inspectora de Educación
Comunidad Valenciana

Interacciones del lector

Comentarios

  1. Alberto González Delgado dice

    16 mayo 2019 en 14:10

    Silvia, me parece muy interesante tu trabajo y experiencia. Por ahí tienen que ir los retos de un nuevo modelo de Inspección educativa. Ánimo

    Responder
    • Silvia Martínez AmorósSilvia Martínez Amorós dice

      17 mayo 2019 en 08:51

      Muchas gracias Alberto por tus palabras. El profesorado agradece este nuevo modelo y les motiva que la inspección esté pendiente de su trabajo y lo valore. Esto es lo que he notado en la mayoría de maestros con esta experiencia. También les gusta conocer experiencias de proximidad que puedan seguir para sus clases, rompiendo el aislamiento en el que trabajan en muchas ocasiones. Ha sido una experiencia muy motivadora y enriquecedora también para mí como inspectora. Un saludo.

      Responder

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